Hacienda Costa Verde está localizada en el mítico barrio Aguirre de Salinas, en lo que fue la finca Aguirre, una de las suplidoras de caña a la antigua central azucarera del mismo nombre.
Pero esta nueva hacienda no mira al pasado, sino al presente y futuro. Se llama Costa Verde porque sus vecinos son el mar Caribe y la Reserva Natural de la Bahía de Jobos. Así la bautizaron en 2014 sus tres socios creadores: los hermanos Vismal Burgos y Ricardo Burgos, y su amigo, Jesús “Manny” Ortiz.
Vismal, director de operaciones y mercadeo, nos recibe en la hacienda. Contemplando sonriente las 500 cuerdas de finca, nos cuenta que su producto principal es el melón de agua o sandía. Le siguen las guanábanas, azucenas, quenepas, malanga lila, calabacín verde (“zucchini”) y calabacín amarillo (“yellow squash”).
En Costa Verde, dedican 29 cuerdas a 3,000 árboles de guanábana y 28 cuerdas a 1,500 árboles de quenepa. Los demás cultivos se hacen en rotación. “Dejo espacios de terreno descansar por un año para entonces retomarlos y no abusar de los recursos naturales. Todo ocurre en la tierra, nada es hidropónico”.
De melón, en un mes pueden cosechar unas 4,500 cajas o 300,000 libras, a mano.
Vismal recorre la siembra de árboles de guanábana.
“La finca, cuando nosotros la cogimos, ya tenía los árboles de quenepa y guanábanas. Pero era una finca totalmente abandonada. Durante estos seis a siete años lo que hemos hecho es rescatar la finca de guanábanas y quenepas, y expandir a lo que es melones y otros cultivos menores”.
“A los melones entramos porque tuvimos la oportunidad de exportar a Estados Unidos y ahí vimos que había un potencial tanto para mercado local y mercado nacional”.
Curiosamente, el huracán María los hizo enfocarse en Puerto Rico. “Después de María dejamos de exportar, viendo la capacidad local para la venta de melones. Puerto Rico tiene una capacidad impresionante. Queremos que se deje de importar tanto melón, aunque sea en verano. Sé que los precios de allá son muy atractivos, pero nosotros apostamos a la frescura y calidad”.
“Huertos de Borinquen”, estampa que transmite orgullo agrícola nacional.
Tan seguros están de la calidad de su melón, que ya le hicieron una marca.
“Tienen un ‘label’, se llaman El sabrosito. ¿Y por qué El sabrosito? Porque cuando abres un melón está en su punto, tiene el color, está ‘crispy’, tiene el agua que necesita, la cáscara es verde como debe ser. Nosotros nos esforzamos para tener un producto de primera calidad”.
Un melón listo para ser recogido
“El puertorriqueño muchas veces no lo sabe, pero casi todo lo que entra de otros países es de segunda categoría. A la larga pagas con tu salud, cuando tienes un producto más fresco aquí”.
Y ¿cómo logran esos melones tan sabrosos? “El secreto para que salga así de rico es prevención. Echarle todas las semanas vitaminas, minerales, aminoácidos. Hacemos muchas cosas agroecológicas. Yo soy 50% OMRI, que ese es el sello que hay que tener para ser orgánico. Todo lo que sea beneficioso a la tierra, lo vamos a hacer”.
En Costa Verde se trabaja de 7am a 4pm. Vismal está orgulloso de cómo cuidan a sus empleados, que son seis regulares y 12 en temporada alta. “Tienen un break a las 9am y un almuerzo de 12m a 1pm y nadie lo puede interrumpir, ni yo. Eso es sagrado”.
También les protegen las espaldas: “No queremos empleados cansados. La persona que está empaquetando las cajas completa una paleta y se rotan para que no se cansen. Si puedo tener una máquina, no para sustituir el empleado, pero para trabajar con más eficacia, estamos contentos”.
Línea de procesamiento de melones.
De su parte, dice Vismal: “A mí me gusta la agricultura, porque es el trabajo más complicado que hay. Tienes que ser plomero, electricista, saber conducir un tractor, saber de plantas, de químicos, es bien complicado y siempre está lleno de sorpresas”.
Pero los tres amigos se distribuyen las tareas. “Manny” es el director de campo. De los tres, él es el agricultor. “Es cuarta generación de agricultores. Lo tiene en la sangre y nosotros nos atamos a eso. Él tiene el ‘expertise’ del campo, de las plantas, de cosecho, de qué echar de qué no echar”.
Mientras, los hermanos Burgos “tenemos el ‘expertise’ de las finanzas, de ‘marketing’. Y así hemos podido tomar unas operaciones agrícolas y ponerlas todas en una misma base. Muchos no tienen el vendedor de la finca y pagan alguien externo, nosotros tenemos todo ‘in house’”.
El tractor con carga completa de melones.
Además de la agricultura, en Hacienda Costa Verde “también queremos promover el arte culinario, el arte de grafiti, pintura, música, danza, todo lo queremos incluir aquí”. De hecho, ya tuvieron un evento culinario con el restaurante Bacoa donde chefs cocinaron con productos de la finca.
Incorporando el arte en Hacienda Costa Verde: Baños pintados con el grafiti de Don Rimx.
Vismal termina con este mensaje: “Lo más importante no es solo apoyar lo local. Es entender que lo que nosotros producimos es de mejor calidad que lo de afuera, porque tiene más frescura. Que estén en armonía con lo que se hace aquí, lo apoyen, lo saboreen, que nos visiten. Queremos ser un orgullo y transmitir ese orgullo”.
El melón sabrosito vuela de mano en mano.