Amanda Vega Sanoguet estudió biología y terminó premédica, pero siempre quiso cocinar.
Hacía piques, mantequilla y bizcochitos, y realizaba “caterings”. Pero llevaba tiempo queriendo desarrollar un concepto y un producto para vender. Un buen día empezó a hacer galletas para sus perros —que son siete, muchos rescatados—, con las carnes y otras cosas que les sobraban en la nevera.
“Empecé con los perritos de aquí, y se empezaron a vender. Todos los ingredientes que uno ve en los ‘milkbones’ comerciales, por algo duran tanto, por los preservativos que tienen. Yo quería buscarles un ‘snack’ más saludable. Empecé a hacerlas ‘homemade’ y se relamían. Busqué recetas que a los perros le encantan”.
Sus catadores caninos confirmaron los favoritos: “Tengo tres ‘treats’ diferentes. Unos de batata y tocineta. Otros, con calabaza y ‘peanut butter’. Otros son de avena, plátano maduro y mantequilla de maní. Las de gato son de atún y arenque”. Ojo: la batata, la calabaza y la tocineta que usa Amanda son todos productos de Puerto Rico.
Sabemos que las mascotas pueden tener el paladar exigente. ¿Cómo logra Amanda seducirlos con sus galletitas?
“El secreto es hacerlo todo con mucho amor. Trato de conseguir los productos más frescos y los hiervo. La batata, al igual que la calabaza, la pelo, la hiervo, la majo y le añado el ‘peanut butter’, la harina y la dejo reposar un rato. Les doy su forma de huesito y las pongo en el horno de 2 a 3 horas a temperatura bajita para que se deshidraten y sean más ‘crunchy’”.
Este proceso también le alarga la vida al producto, “porque le eliminas el agua y la humedad. Mientras menos agua, menos cositas crecen y más te duran”.
Y ¿cuántas galletas produce Pekes? “Al horno me entran como 200 galletas a la vez. Cada paquete trae 8 galletas. Ahora mismo al mes puedo estar preparando de 600 a 700 paquetes de galletas.” Eso equivale a muchos animalitos felices.
El amor de Amanda por la cocina es desbordante. Desde su taller de trabajo en Quebradillas, además de las galletas Peke’s, hace almuerzos de lunes a viernes: “entrego y llego hasta Isabela”.
Tan pronto termina la entrega de almuerzos, se dedica a las galletas. “Tengo un stock en la nevera, con las órdenes. Saco todo FIFO, o sea, ‘first in, first out’”. Este es un método que asegura que lo primero que se prepara es lo primero que sale, asegurando la mayor frescura posible. “También hago envíos a Estados Unidos”.
A Amanda, la pandemia le abrió las puertas a un mercado que no quería o no podía salir de las casas. “La gente no se quería meter en los ‘pet stores’, no querían salir a comprar almuerzo. Con todo, creo que me he podido mover más que nunca”.
Para que no se queden con la duda, el nombre de la empresa viene del apodo de Amanda: “Peke me dicen a mí porque soy pequeñita, desde hace muchos años me empezaron a decir así y me quedé Peke”.
Mientras estaba en la universidad, Peke hizo una reflexión importante: “Estudié biología e hice premédica, pero no sabía bien lo que iba hacer. Pensaba, estudio Dental para hacer chavitos y montar mi negocio. Siempre mi fin era terminar haciendo lo que me gustaba, y la cocina era lo que me gustaba. Muchas veces uno estudia por complacer a todos, menos a uno mismo. Muchas veces uno sabe lo que quiere, pero a la vez no”.
Y descubrió que podía ir directamente a lo que tanto la llamaba, y eso le ha liberado una energía de gigante: “En realidad el factor que más me inspira es que estoy haciendo lo que siempre he querido hacer. Lo que me mueve es que esto realmente era lo que quería hacer”.
Pekes tiene un mensaje final para los lectores del blog: “Me pasa que voy a los sitios y porque soy chiquitita y jovencita, como que no confían mucho. Usualmente si alguien cocina bueno, tiene que ser una doñita, pero ¡también estamos nosotras que cocinamos bueno! Que la gente se atreva a probar cosas nuevas, que apoyen lo local y ¡confíen!”.