Todo “empezó con una máquina de tortillas vieja en el garaje de nuestra casa haciendo las recetas de mi abuela Doña Lola”, afirma Daniel Rivera Ramos, uno de los tres hermanos fundadores de Molcajete Foods LLC y productos Doña Lola.
En septiembre de 2016, Roberto, Juan y Daniel —hijos de madre mexicana y padre puertorriqueño—, dejaron sus respectivos trabajos en ingeniería y decidieron irse “full” a montar una fábrica de tortillas de maíz.
Con la marca “Doña Lola”, decidieron honrar a su abuela, quien “le enseñó la receta a nuestra madre y ella nos la pasó a nosotros”.
Desde siempre, nos cuenta Daniel, “teníamos amistades que iban a casa y la comida mexicana en casa es la mejor”. Los hermanos Rivera Ramos querían poder disfrutar y compartir esta comida mexicana fresca y saludable en Puerto Rico.
“El problema con las tortillas en Puerto Rico es que la mayoría son importadas. Les añaden aditivos y preservativos y eso cambia la tortilla. Por eso empiezan a romperse, no huelen bien y el sabor es distinto”. Esto se debe a que están diseñadas para tener hasta 90 días de vida.
Los productos Doña Lola, por el contrario, solo usan tres ingredientes: maíz orgánico, sal marina de las salinas de Cabo Rojo y agua, para las tortillas, o aceite vegetal, para los chips. El maíz blanco y azul lo importan de México, de cepas regionales autóctonas (“heirloom”). Está certificado como orgánico y libre de gluten. Así evitan los transgénicos y pesticidas, y apoyan las cepas nativas tradicionales.
La fábrica está ubicada en Caguas; es de un tamaño módico, pero cuenta con mucha organización y estrategia. No es para menos, ¡teniendo a tres dueños ingenieros!
Lo más que valoran estos hermanos, sin embargo, es el ambiente que han creado: “Siempre buscamos ese bienestar de familia porque vemos a los empleados como parte de nuestra familia Doña Lola, y eso es esencial para nosotros. Si yo simplifico la razón por la que estamos haciendo este negocio es familia”.
Además del orgullo que se ha creado en los empleados y en ellos mismos por el producto que hacen, lo que los motiva es “la pasión por tu país, tu producto y tu empresa”.
“Doña Lola” comenzó su operación en 2016, antes del huracán María: “Nosotros empezamos con la tortilla, principalmente vendiéndole a restaurantes y hotelerías. De ahí, nos fuimos dando a conocer”.
Luego de María, “decidimos hacer los chips y nos lanzamos al ‘retail’, como supermercados. Ambos productos crecieron”.
Con el COVID-19, inicialmente “tuvimos mucha preocupación porque nuestra clientela más grande son los hoteles y restaurantes, y eso estaba colapsando. Bajo esa situación, estuvimos dos semanas cerrados y de ahí pasamos a una apertura parcial para atender a unos clientes, principalmente PRoduce”.
Las canastas de PRoduce han permitido que las tortillas y chips lleguen al cliente con un nivel de frescura previamente imposible: “Ahora, con la cadena simplificada, PRoduce me llama que necesita ese producto y yo lo hago para ellos, o si lo tengo, es posible que no tenga más de una semana”.
La “nueva normalidad” también ha generado colaboración entre productores: “nos juntamos con la gente de Alcor Foods y Queso Lucía, y los integramos. A veces, me llama alguien que quiere tortillas de maíz, le hacemos la entrega y también le ofrecemos esos productos y nos ayudamos unos a los otros”.
“Ha habido una oportunidad bien chévere las canastas. Yo entiendo que las canastas están para quedarse”.
Para terminar, explica Daniel: “En México, las tortillas son como el arroz o las habichuelas. Cada uno es distinto, las habichuelas de mi mamá no se van a comparar con las de abuela, ni a las de la tía y así por el estilo. La tortilla es igual”. Esto quiere decir que para conocer la receta de Doña Lola, ¡hay que probarlas!