Aprovechando cada centímetro en Acuapónicos del Caribe

Para Francisco Maeso Aquino, dueño de Acuapónicos del Caribe, la tierra es para sembrar árboles y hacer bosques. 

Los alimentos, dice, deben venir de otro sitio: “yo pienso como agrónomo del futuro, que todo debe hacerse ‘indoors’ con ambientes controlados. No uso herbicidas, no estoy contaminando el ambiente. El agua no erosiona, no estoy contaminando cuando el agua llega al mar”.

Siguiendo esa filosofía, ha habilitado un espacio residencial en Carolina para la siembra de hidropónicos. No solo eso, sino que “el espacio del techo también está habilitado con mesas de cosecha, aprovechando el espacio para agricultura urbana. Eso es ‘roof growing’. En vez de perder esos pies cuadrados, podemos tener unas tres mil plantas”.

En esta finca urbana, Francisco y sus socios, Manuel Santana e Israel García, tienen hoy más de 5,000 plantas de albahaca, lechuga romana y distintos ‘spring mixes’: uno con mostaza y espinaca, otro con romana verde, romana violeta y ‘red oak’, y uno nuevo con kale. 

Los orígenes

Francisco se crió en una familia agrícola comercial, que tenía vaquerías y cultivaba plátano, aguacate y otros productos. De hecho, estudió agronomía, pensando que quería tener una vaquería.  

Pero luego trabajó “en una empresa semillera que brega con productos genéticamente modificados y me empezó a dar alergia y asma”. A raíz de esto, “empecé a buscar alternativas de cómo contaminar menos el ambiente, no usar glifosato, no tener que deshierbar para disminuir la erosión”. 

Francisco empezó con acuaponía, la combinación de piscicultura e hidroponía. Aunque el huracán María le tumbó (literalmente) la operación, le dejó el nombre: “Acuapónicos del Caribe”. Entonces Francisco llegó a la hidroponía, que es un poco más barato, igual de efectivo, super saludable y tiene múltiples beneficios: “Un sistema que funciona uno trabajando derecho, para la espalda y la ergonomía. Puedo mojar mil plantas en semillero con medio galón de agua. Las semillas están en un ‘pitfoam’ donde las hojas no se mojan y eso ayuda disminuir los hongos”.    

La operación del día a día

Cuenta Francisco: “Esto es un trabajo de doctor. Te levantas todos los días a las 4:30 am, los siete días de la semana”. 

“Lo primero que hago es ver que no haya un ‘liqueo’. Cada vez que algo se tapa, chequeo todas las líneas. Luego, se hace ‘scouting’, donde miras las hojas y todas las partes de la planta para asegurar que estén bien. También chequeo el PH. Se supone que no cambie, pero lo chequeo cada tres días”. 

“Cuando se cosecha, voy sacando el mazo y se le recorta el exceso de raíces. Se pesa dependiendo lo que pida el cliente, pero no más de 1 libra por bolsa. No se lava porque ya está todo seco. Si lo lavamos y lo metemos en la nevera, se acelera el proceso de pudrición. Por eso todo se debe lavar antes de consumir”. 

“Después de cosechar, las mesas de trabajo se limpian con un producto fungicida e insecticida. Con un cepillo se remueve cualquier material que quedara entre los tubos. Ya entonces, luego de estar secas, se vuelven a sembrar las semillas hasta que estén listas para cosechar nuevamente”. 

El tiempo de pandemia

Francisco confirma que el poder contar con una plataforma de distribución de agricultor a consumidor lo ayudó en esta época: “Te digo, gracias a Dios no me ha afectado mucho, gracias a PRoduce. Al principio cuando cerraron varios restaurantes, conocí a PRoduce y en verdad me han ayudado. Solamente he perdido 15 libras de lechuga romana la primera semana. Estoy cosechando de 700 a mil mazos semanales”. 

Su inspiración 

¿Qué motiva a Francisco? “Primero Dios y mis dos hijos: una nena de siete y un nene de cuatro años. Quiero dejarles un mundo mejor. El nene espero que sea mi sucesor, me ayuda en la agricultura, ya lo estamos entrenando para eso y en el surfing”. 

Su mensaje

Francisco dice: “Puerto Rico para levantarlo hay que trabajar unidos, día a día. Y apoyar lo local, como lo hace PRoduce. Sé que lo importado es más barato, pero como la frase que usan nuestros abuelos: ‘Somos lo que comemos’. La vida del ser humano tiene que cambiar de ser una vida de cantidad a una vida de calidad. Ese es mi pensar”. 

Y a los potenciales agricultores, ¿qué les diría? “A todos los jóvenes, yo estuve trabajando fuera por 9 años. Yo tenía este sueño de ser mi propio jefe, no es fácil, pero tampoco es imposible. Con deseo, con pasión, con dedicación y todas esas cosas unidas, logras lo que quieres”. 

La verdad es que Acuáponicos del Caribe nos da un ejemplo de que, para sembrar, no necesitas una finca, solo un pequeño espacio y voluntad.