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    El sabor del mangó en mi cabeza, captura la esencia del trópico. Es dulce con tonalidades ligeramente ácidas y a la misma vez básicas. Es una fruta llena de energía, magnífica para antes de hacer actividades físicas. Su color anaranjado vibrante nos sugiere un alto contenido de vitamina A, la cual juega un papel importante en la salud visual y la diferenciación y crecimiento de las células. Una taza de mangó cuenta con el 100% de las necesidades diarias de vitamina C. Esta nos ayuda a mantener un sistema inmune saludable y a mantener una piel lozana ya que es necesaria para la formación de colágeno. El mangó además cuenta con vitamina B6 que cumple un rol importante en el desarrollo cognitivo. También contiene folato el que es necesario para la división celular.

    El mangó contiene mucha fibra, de hecho una taza cumple con 12% de las necesidades diarias. La fibra nos ayuda a mantener un tránsito gástrico regular y a evitar el estreñimiento. La fibra además promueve saciedad y por lo tanto ayuda a mantener un peso adecuado. La fibra también cumple función de prebiótico lo que nos ayuda a tener una flora gastrointestinal saludable, que a su vez nos provee beneficios al sistema inmunológico. El mangó igualmente es alto en ponifenoles los cuales juegan el papel de antioxidantes y antiinflamatorios.

    En fin, el mangó como podemos notar es muy nutritivo, pero la complejidad de su sabor invita a incluirlo en nuestros platos en un sin fin de maneras. Lo podemos usar como glaseado para carnes. Lo podemos preparar en mermeladas. Se puede deshidratar y comer como merienda junto a nueces. Lo podemos integrar en batidas o preparar en forma de jugo. También podemos disfrutar de él tal cual.

    Para aprovechar al máximo su pulpa te invito a córtalo de la siguiente manera. Corta el mangó a la mitad evadiendo la semilla. Luego haga unas tajadas en forma de cuadriculado en cada mitad. Las rajadas deben de ser profundas pero evitando cortar la cáscara. Una vez el cuadriculado esté formado, empuje la parte cóncava de la cáscara. Hecho de una manera correcta, el mangó va a quedar invertido con la pulpa expuesta hacia afuera lista a ser devorada por alguien con hambre.

    Gabriela Tirado Acerca del autor

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