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    Fue doña Matilde quien por primera vez me dijo que la grosella era una
    fruta. Mati, como le decían en el barrio, era muy amiga de mi madre, que la
    llamaba abuelita. Una barandilla de madera dividía nuestros patios, y cuando
    llegaba la primavera, un arbusto del jardín aledaño se llenaba de racimos
    verdes abultados cuyos frutos me parecían tréboles. Hoy que escribo estas
    líneas me doy cuenta de que mi apreciación no estaba muy lejos, pues uno de los
    nombres como se le conoce hoy es averrhoa trébol, pues se asemeja al trébol cuando se corta de forma oblicua.   

     

    Los expertos creen que la grosella tiene su origen en la inmensa isla de Madagascar, y que de aquí se llevó a Indonesia, Vietnam del Sur y Laos, desde
    donde pasó a Malasia y a las Indias Orientales. Las expediciones
    imperiales inglesas en búsqueda de plantas para diversificar la flora
    alimenticia de sus colonias esclavistas les condujeron hasta Timor, desde donde
    la trajeron a la isla de Jamaica en 1793. De aquí, gradualmente se diseminó por
    el archipiélago caribeño y el Caribe Continental, posiblemente llevado por los
    botánicos europeos que tanto exploraron y sistematizaron- con fines de poder-
    la flora caribeña en la época de la Ilustración. 

     

    A la grosella se le adscriben muchísimos nombres en su geografía de origen, entre ellos cheremai, chermela, chamin o kemangor (Malasia); cherme, tjerme, o tjareme (Java); cherimbillier, tam duot y chum ruot (Vietnam); mayom
    (Tailandia) y mak-nhom (Laos). Igual, en Caribe Insular y Continental se le conoce con diversos apelativos, entre ellos grosella (Costa Rica, Cuba, Guatemala, Nicaragua y Puerto Rico); groseillier des Antilles (en las Antillas Francesas); cereza amarilla, cerezo común, cerezo de la tierra- nombres populares identificados para Puerto Rico por algunos botánicos que estudiaron la flora puertorriqueña- cerezo agrio (Venezuela); cerezo occidental (Cuba);
    wild plum
    (Belice) y cheramina, jimbling (Jamaica).

     

    Arbusto generoso que se propaga con facilidad en climas tropicales y subtropicales - de semilla o de gancho-, el arbusto puede subsistir en diversos suelos. Pero es más generoso, no obstante, si vive en terrenos húmedos. Por primavera, que es la estación del año cuando el arbusto nos regala su primera cosecha- la otra es entre agosto y septiembre-, Mati siempre nos alegraba el comienzo de la estación con una deliciosa mermelada. Aprovéchenla. ¡Está en temporada!

     

    Chutney de Grosellas
    Tomada del libro de Elizabeth Bellows Dooley: Puerto Rican Cookbook 1948

     

    Ingredientes
    4 libras de grosellas bien maduras sin semillas
    2 libras de pulpa de tamarindo
    1 libra de azúcar
    1/2 libra de pasas
    1/2 libra de jengibre
    1/2 libra de semilla de mostaza
    1/4 libra de ajo
    1/4 de galón de vinagre. Preferiblemente de vino blanco.
    1/4 libra de sal

     

    Procedimiento
    1. Hierva en agua, a fuego medio, la grosella y el tamarindo.
    2. Cuando esté la grosella muy blanda, añada un cuarto de galón del vinagre de vino y una libra de azúcar.
    3. Muela a parte las pasas, el jengibre, el ajo, y las semillas de mostaza y añádalos al hervor de vinagre azucarado.
    4. Compruebe que haya balance entre la acidez y el dulzor.
    5. Añada la sal. Revuelva y continúe hirviendo a fuego muy bajo.
    6. Hierva por una hora o hasta que espese.
    7. Deje enfriar y envase el chutney en un recipiente de cristal. Tape bien y guarde para usos futuros.

     

    También puedes crear una mermelada de grosellas. Sigue la receta aquí.

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