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    La primera vez que uno enfrenta la fruta del rambután y, más recientemente, el pulasán, queda francamente perplejo. A primera vista, parecen frutas extraterrestres. El rambután es un huevito rojizo y peludo. El pulasán parece una bolita de goma, de esas que uno aprieta para el estrés; también es rojizo, pero está recubierto de puyitas gomosas. Al abrirlos, continúa el asombro: parecen quenepas del más allá, con su color blanco translúcido. Sin embargo, al probarlas la sorpresa se convierte en deleite: su sabor es sutil y delicioso.   

    Juan Miranda Colón es el responsable de que estas frutas originarias del sureste asiático (Indonesia, Malasia) se den ahora aquí, en Puerto Rico, específicamente en la Hacienda La Maruca en Las Marías. 

    Rambutanes cosechados
    Primer plano de los rambutanes de Hacienda La Maruca

    La historia de Juan y su finca

    Juan lleva la agricultura en las venas: “Yo he estado en agricultura toda mi vida, desde los dos años. Desde pequeño, tenía hortalizas, vacas, lechones, lo que sea. Mi meta siempre fue conseguir un grado en Ciencias y dedicarme a la agricultura eventualmente”. 

    Y cumplió su meta: después de graduarse de la UPR-Mayagüez con un grado en Física, “compré la finca en el 2000, tiene 90 cuerdas, pero solo se pueden sembrar 20. El resto, la tengo como una especie de bosque”. 

    Pero esta no es cualquier finca, porque esta está dedicada a frutas exóticas. “Ya yo había comenzado una colección de frutas exóticas cuando adquirí la finca. Todos los viernes iba a Jardines Eneida y los sábados sembraba mis arbolitos. Ahí comenzó mi fiebre de probar frutas nuevas, cosas que jamás conseguirías en el supermercado”. 

    Para 2001, ya tenía más de 125 clases de frutas en la finca. Fue entonces que “vi por internet una semilla de Hawaii de lo más interesante y la mandé a buscar. Fue la fruta rambután. Sembré un arbolito en el sitio que yo consideraba el peor terreno de la finca. A los seis meses, el árbol estaba igual de alto que yo y hermoso”.

    Juan con un árbol lleno de rambutanes.
    Juan nos muestra un árbol preñado de rambutanes

    Juan con una cesta llena de rambutanes mientras tiene unas en las manos.
    Juan con una cesta recién recogida de rambutanes, el principal cultivo exótico de La Maruca.

    El rambután se impuso

    En esa misma época, Juan leyó un reportaje sobre un experimento de frutas exóticas en una estación experimental que incluía el rambután. “Fui allá y los de la estación me dijeron que yo tenía los suelos óptimos para la siembra, y me dieron a probar la fruta. Quedé encantado. Nunca la había probado. Ahí decidí que una gran parte del proyecto iba a ser de rambután”. 

    “En el 2007, logré sembrar mis primeros injertos de variedades selectas de rambután y desde ese entonces, trato de desarrollar el proyecto añadiendo más frutas exóticas. Logré conseguir semillas de otra fruta deliciosa que se llama ‘pulasán’, que estoy sembrando mucho en la finca”.

    Rambutanes verdes aún en las ramas
    Un mazo de rambutanes aún verdes

    La magia de la diversidad

    Juan no solo siembra, sino que estudia, investiga y se pasa buscando nuevas semillas. “Mis cultivos principales son rambután, pulasán, limón y culantro. De cuatro variedades que hay de pulasán, tres son de la finca, que yo sembré. Son de aquí. También tengo mi propia variedad de mangó, que alguien me lo describió como un mangó mayagüezano en esteroides. Lo más importante es que se da en esta área. Salió resistente a un hongo que les da a las flores de mangó en lugares húmedos.”. 

    Además de las frutas, Juan está desarrollando un proyecto de flores de corte. “Tengo una colección de heliconias y jengibres ornamentales”. 

    Y todo lo hace con paciencia: “Yo siembro una semilla esperando frutos de aquí a siete u ocho años. Yo no busco gratificación instantánea”. 

    Juan cargando una cesta de rambutanes
    Juan con la cosecha de rambutanes, flanqueado por las heliconias que también cultiva en la finca

    El COVID-19 y La Maruca

    Los cierres por la pandemia tuvieron su efecto en las ventas de Hacienda La Maruca. “Los empleados se mantuvieron trabajando porque en la finca pueden mantener distancia. Lo que me afectó fue que el cierre ocurrió en el momento de los festivales. Esa semana del cierre se canceló el Festival de la China, después cancelaron 5 Días con Nuestra Tierra, Tierra Adentro, Huerto Casero y el Festival de las Flores. Me afectó principalmente las ventas”.

    Vista de la finca en Hacienda La Maruca
    Vista de la finca en Hacienda La Maruca

    Agricultura como pasión

    Dice Juan: “Es algo que me gusta y me apasiona, no lo hago por dinero. Para mí, el agricultor no debe trabajar por dinero, pero como hay que comer, hay que cobrar. Nunca estoy pensando en el dinero que voy a hacer, es que esto me gusta. Y si me deja para comer, mejor todavía. Me motiva esa pasión por todas las facetas de la agricultura”. 

    Su perspectiva de vivir sin prisa emerge nuevamente, junto con su compromiso con el futuro: “Hace tres años, sembré un árbol que tarda 43 años en darse. Yo tengo 58 años, de aquí allá estaré muerto. Yo me paso sembrando cosas que posiblemente nunca las vea, pero van a estar aquí. No es para mí, es para Puerto Rico porque yo considero que es necesario que esté aquí.”. 

    Juan caminando por la finca junto a su perro.
    Juan recorre su finca junto a su fiel acompañante

    Su mensaje 

    Cuando le pedimos un mensaje para los lectores, Juan no lo piensa dos veces. Su recomendación es su filosofía de vida: “Coman muchas frutas porque eso es bueno para su salud. Si quieren estar lindos y saludables cuando viejos, coman frutas. Vivan cada día como si fuese el último. Y hagan cosas pensando en los que vienen”.

    Rambután abierto en las manos de Juan
    El delicioso fruto blanco del rambután abierto

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