El jengibre es una raíz que se utiliza primordialmente como condimento para dar sabor. Además, se ha utilizado por miles de años como remedio para varias condiciones médicas. Para pocos es secreto cómo la ciencia ha comprobado que, ciertamente, el jengibre tiene cientos de propiedades químicas que promueven la salud.
Entre los químicos que le componen, los más estudiados son los gingeroles y shogaoles. Estos químicos son parte de lo que le da el distintivo olor y sabor picantito al jengibre. La concentración de estos químicos llega a su mayor punto cuando la raíz está madura y, por ende, tiende a ser más concentrado su olor y sabor. Podemos distinguir la madurez del jengibre por el grosor de su cáscara, la raíz joven tiende a tener una cáscara fina como un papel, a medida que va madurando la cáscara va cogiendo más cuerpo y rigidez .
El jengibre tiene propiedades antiinflamatorias. Se ha visto asociado a la disminución de prostaglandinas, un grupo de “grasas que secreta el cuerpo cuando hay infecciones o tejido dañado”, y estas provocan inflamación.
El jengibre, también ha probado reducir los leucotrienos, un tipo de marcador inflamatorio que producen los glóbulos blancos. El jengibre ha demostrado reducir efectivamente las nauseas en mujeres embarazadas y pacientes de cáncer, sin exacerbar o crear problemas secundarios. También ha demostrado ser un tremendo antioxidante invitro; sin embargo, faltan estudios humanos que demuestren su eficacia como antioxidante.
El jengibre, además, aparenta disminuir la producción de lípidos (grasas) y colesterol, por ende ayudando al flujo de sangre y al sistema cardiovascular. Incluso, se ha asociado a cualidades anticancerígenas. Los estudios más prometedores son en cáncer de colon.
Podemos notar que el jengibre tiene varias propiedades positivas, sin embargo, al ser un alimento tan complejo, no se ha podido llegar a conclusiones finales sobre cómo funcionan sus componentes bioactivos en el cuerpo humano. Aún no se ha demostrado si es tóxico, o si tiene efectos secundarios negativos. Definitivamente, no se debe usar en sustitución de medicamentos o tratamientos. Sí podemos utilizarlo como una adición a nuestra dieta.
A mi me gusta tomarlo en forma de té, de esta manera aseguro hidratarme sin tener que comprometer el sabor.
También se puede añadir al salmón o al pollo, y así darle un giro asiático al plato. O se lo puede echar a una sopa de calabaza y darle una profundidad a su sabor ya complejo, terminando dulce y salado. Por último, se puede preparar en dulces navideños como en el arroz dulce y las galletas de jengibre. Eso sí: ojo con las cantidades.